LA ESPERANZA, EN ESTA NAVIDAD,SIGNO Y PROFECIA


Abraham en el Antiguo Testamento es el paradigma de la Esperanza.
Maria en el Nuevo Testamento nos educa a la verdadera  Esperanza.

Motivos para desesperarnos hay muchos,para perder la esperanza y para pensar que es solo una utopia,mezclada con algo de nostalgia.
No es el momento para enumerarlos,pero cada uno sabrá cuales son esos motivos que nos tientan, en lo personal, a la des-esperanza.

Mi saludo de esta Navidad 2012 solo pretende alimentar y motivar la virtud cristiana de la ESPERANZA,dejándonos guiar por Maria Madre, Educadora y Modelo.

Ella espera la llegada del Mesias,como israelita creyente,se sorprende cuando recibe el anuncio de Angel y da su SI al deseo de Dios movida por esa esperanza en que se cumplan las promesas ya anunciadas por los profetas.
Movida por la esperanza parte con prisa a compartir la Buena Nueva con la familia de Isabel y allí eleva su Cantico que es un himno a la esperanza,de los más bellos de toda la Biblia.
Junto con S.José van a Belen para cumplir con el censo y allí da a luz a Jesús viendo que su esperanza en la promesa se hace realidad.

A lo largo de su vida fue probada muchas veces en su esperanza, pero no desfalleció. Solo enumero el exilio,la perdida de Jesus en el Templo,la lejanía cuando Jesus comienza a evangelizar,la aparente negación en las bodas de Cana,la pasión de Jesus y su presencia al pie de la Cruz con el alma traspasada de dolor.

Por eso es capaz de comprender nuestras pruebas y dolores que hacen tambalear o decaer nuestra esperanza y por eso quiere ayudarnos en esos momentos a madurar y a levantarnos para seguir peregrinando con la mirada puesta en Dios que nos guia con su sabia Providencia y nos revela paso a paso su Voluntad.

Al terminar este año,en el que habremos tenido más de un dolor y sin duda muchas alegrías, queremos mirar a María y decirle como en la Salve ¡ESPERANZA NUESTRA,SALVE!
Asi caminaremos en este 2013,AÑO DE LA FE,con un corazón alegre y confiado, de la mano de María hacia el Padre.

Aprovecho para agradecer a cada uno personalmente por tantas expresiones de amistad y cercanía por la Pascua de mi madre que me han ayudado a vivir con serenidad y esperanza el duelo,con la fe que ella esta junto a Jesus Resucitado y a María,nuestra Madre y Modelo de esperanza.

Los recordaré en la Nochebuena y en el dia de Navidad, los saludo con mi afecto de siempre y les envío mi bendición para sus familias con el deseo de un 2013 en que crezcamos en la FE ESPERANZADA.

P.Guillermo M.Cassone


Tucuman,18 de diciembre de 2012


Carta de Alianza de diciembre.


Boletín del Movimiento de Schoenstatt                                                              Argentina – 18 de diciembre de 2012



Queridos hermanos:

De todas las fiestas religiosas posiblemente la Navidad sea la más querida y esperada del año. Ella ha marcado definitivamente nuestra cultura no solo en el ámbito de lo religioso sino en un amplio espectro de usos y costumbres que tienen su origen en la celebración del nacimiento del Señor, aunque el “mundo” hoy ya no lo recuerde o lo quiera disfrazar con un Papá Noel.
Se puede decir que la Navidad tiene un “espíritu” que la hace única y tan entrañable: el anhelo de la paz y del bien entre los hombres. Este espíritu de Navidad se manifiesta en la benevolencia, los buenos deseos que brindamos en los saludos: “¡feliz Navidad y buen año!”; en las canciones como “Noche de paz,…”, “paz a los hombres, es Navidad”. Hasta el pesebre de Belén, al contemplarlo, nos trae algo de la infancia, anhelo del bien y del amor.
Pero ese anhelo de paz y bien de la Navidad contrasta y choca con nuestra realidad diaria y nos preguntamos: ¿dónde está el bien de la Navidad para los niños que murieron en la escuela de Connecticut, EE.UU? ¿Cómo decirle feliz Navidad a Susana Trimarco y a las mamás de todas las víctimas por el tráfico y abuso de personas? ¿Será noche de paz para los habitantes de Siria, de la Franja de Gaza o de la tierra de Jesús? ¿Cómo brilla la estrella de paz en los corazones violentos que buscan revancha y venganza, en los corazones voraces de poder que van por todo, en los corazones intolerantes y soberbios que separan a los hombres en amigos y enemigos? Ante esta dolorosa realidad muchos dicen que el bien y la paz de la Navidad son imposibles, son una frustrante ilusión y por lo tanto es una celebración vana, meramente romántica y carente de sentido.
También la primera Navidad estuvo marcada por fuertes contrastes. El nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías y Rey del universo, se produce en un mísero establo; los ángeles lo anuncian a unos pobres pastores; la noticia de este nacimiento desestabiliza al rey Herodes y manda matar a todos los niños del pueblo; la sagrada Familia debe huir para salvar la vida y debe vivir en el exilio. Navidad sucedió en medio de un mundo injusto y violento, como hoy, que rechaza el bien del hombre, la paz, la vida, la verdad y a Dios.
Justamente por los odios, rencores y maldades que brotan del corazón del hombre, por las indiferencias, las mentiras y los avasallamientos, por las vejaciones, los crímenes y las violencias físicas y psíquicas, en la vida pública o privada, para sanarnos de tanto mal nació Jesús. Sí, para este mundo, para nosotros nació Jesús. Sin su ayuda sería imposible cambiar nuestro rumbo de muerte. En Él está la Vida.
Nos dice la Sagrada Escritura que “
tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único” (Juan 3, 16), y así Dios “se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1, 14), para ser nuestro salvador, “salvador del mundo" (1 Jn 4, 14). Cristo vino para quetengamos “Vida y vida en abundancia” (Juan 10, 10), para liberarnos de la esclavitud del odio y enseñarnos a amar como Él nos amó: “ámense los unos a otros como Yo los he amado” (Juan 15, 9). Con la venida de Jesús la paz y el bien entre los hombres han comenzado a ser posibles, son una realidad. Testigo de esto son las generaciones de la humanidad, y nosotros mismos, de los milagros de conversión que Dios ha hecho en nuestras propias vidas. Por eso necesitamos la presencia de Dios con nosotros; por eso brota de nuestra alma el anhelo de Navidad, de la paz y el bien que solo Él nos puede dar. Una Paz y un Bien profundo y para siempre.
En una conferencia a estudiantes decía el P. Kentenich: “La historia de salvación llegó a su plenitud con el nacimiento de Jesús y con el sí de María. Si el mundo actual quiere encontrar el camino hacia Dios, María debe dar nuevamente a luz a Cristo. (…) Se trata del amor a María, pero María no solamente como camino hacia la intimidad con Dios, sino también como camino para que Cristo nazca nuevamente para el tiempo actual”. (31/5/63)
Esa fue y es la misión de María, dar a luz a Cristo para la salvación de los hombres. Nosotros, sus aliados, queremos ayudarla en esta misión. Navidad no es una frustrante ilusión, una celebración vana, meramente romántica y carente de sentido; Navidad es imprescindible para que la paz y el bien de Dios iluminen nuestra vida personal y familiarnuestros ambientes, la Patria y el mundo. Por eso, en esta Navidad, también decimos ¡Con María, ardamos por la misión!
Queridos hermanos, en este 18 de diciembre al celebrar la Alianza de Amor con María le pedimos que nos regale un corazón semejante al de Ella, al de San José y los pastores, abiertos al Dios de la Vida y solidarios con los hermanos. Con el Padre Kentenich recemos frente al pesebre:

“Madre,
tal como muestras al Niño a pastores y reyes
y te inclinas ante Él adorándolo y sirviéndolo,
así queremos con amor ser siempre sus instrumentos
y llevarlo a la profundidad del corazón del hombre”.

Desde el Santuario reciban un cordial saludo y bendición para ustedes, sus familias y comunidades.

¡Feliz Navidad y bendecido año 2013!

                                                                                                                                                                                                                                                                                              P. José Javier Arteaga


¡CON MARÍA ARDAMOS POR LA MISIÓN!

Conquista de la Séptima Virtud. Mes de Diciembre


Queridos hermanos en la Alianza:
En este camino que nos lleva al tercer hito, llegamos a la conquista de la séptima virtud.
En este mes, “diciembre”, se manifiesta de una manera especial la alegría y la    
esperanza, símbolos propios de la espera de Nochebuena.
Por eso, este mes lo representa la estrella federal, que es la flor propia de este tiempo. 
Flor natural de Sudamérica, especialmente de Méjico.
Cuentan que un niño, no teniendo qué regalarle al Niño Dios, le pidió al Padre del Cielo 
algo para ofrecerle y allí apareció esta preciosa flor.
Nosotros recordemos también el Milagro de Noche Buena cuando la hermana 
Mariengarten pidió al Niño la libertad de nuestro padre y fundador de la cárcel de 
Coblenza. Allí nace el Jardín de María, ya que las hermanas aceptan la invitación del 
Padre, poniendo de manifiesto un tipo de aspiración a la santidad, el amor y la 
solidaridad.

FLOR DEL MES: ESTRELLA FEDERAL
VIRTUDES A CONQUISTAR: ALEGRÍA Y ESPERANZA.

En este tiempo esforcémonos por vivir estas virtudes. Asumamos nuestra existencia 
con alegría y esperanza, imitando a Cristo y a nuestro padre y fundador.
Quedamos en eso…
                                   Permanecemos fieles.
¡Feliz Navidad!
                                 SECRETARIADO PADRE KENTENICH DE TUCUMÁN        

QUE ES EL ADVIENTO?


El Adviento ¿Que es el Adviento? ;
¡Otro año más que se acaba! ¡Otra Navidad!
Estarás pensando con quién la pasarás, esperando...
el aguinaldo, preocupado por los regalos, por lo que cocinarás...
Detente un momento y reflexiona. ¿Te preocupa vivir una Navidad diferente? En este folleto te proponemos cómo hacerlo.

¡VIENE EL HIJO DE DIOS!
Imagina que te llega una carta diciendo que en cuatro semanas, llegará a tu casa a hospedarse, el Hijo de Dios. ¡Qué honor! ¿Cómo a mi casa? ¿Qué haría yo? Por supuesto no me quedaría sentado y dejaría pasar el tiempo para preparar el recibimiento. Manos a la obra:

1) Hay que hacer una buena limpieza de la casa.
2) Hay que recoger el tiradero, el desorden, poner orden en casa.
3) Hay que adornar, pintar, poner flores, que se vea más bonita la casa.
4) Hay que preparar con alegría el recibimiento.

1) TIEMPO DE LIMPIAR

- ¿Me atrevería a recibir al Hijo de Dios, en una casa llena de suciedad? Imposible. De igual manera, Jesús no podría hospedarse en mi alma, si esta está llena de pecado.
- La mejor manera de preparar mi alma para la venida del niño Jesús es reflexionando, qué cosas me separan de Dios. Haré un examen profundo, pensando con cuales de mis actos le ofendo. Después me esforzaré por hacer una buena CONFESIÓN, pidiendo de corazón a Dios perdón por haberle ofendido a El que tanto me ama. Finalmente, haré un firme propósito de enmendarme, de poner los medios concretos para cambiar.
- Veré que una vez con el alma limpia, estaré mucho mejor dispuesto para seguir con los preparativos.


2) TIEMPO DE ORDENAR

- Es muy fácil volver a ensuciar la casa, si el tiradero, y el desorden no se quitan. De igual modo, será fácil volver a ensuciar mi alma, si no ordeno mis ideas, mis creencias, mis prioridades.
- Poner prioridades, significa pensar qué es lo primero importante en mi vida, qué es lo segundo, qué es lo tercero...
- Pensaré que para todo católico lo más importante debiera ser, vivir de manera que logre llegar al cielo, a vivir toda la eternidad, infinitamente feliz con Dios.

- Recordaré las palabras de Jesús cuando le preguntaron cuál era el mandamiento más grande: "Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y amarás a tu prójimo como a ti mismo".
- Me sorprenderé al reflexionar, en cuántas cosas invierto mi tiempo, mi esfuerzo, mi vida, que nada tienen que ver con lo anterior, y cuan poco tiempo invierto en cultivar mi oración, los sacramentos, las virtudes, el amor, las obras de caridad, el perdón...
- Tal vez todos coincidamos en que lo segundo más importante es hacer felices y hacer sentir amados a aquellos que amamos. ¿Cuánto tiempo dedico realmente a esto? Muchas veces, me preocupo más por las cosas, que por las personas.
- Y así podría seguir, poniendo en su lugar las cosas de mi vida. Esta segunda semana de adviento escribiré las 5 cosas más importantes para mi salvación y qué pienso hacer para lograrlas. También escribiré 5 cosas en las que pierdo el tiempo y no son importantes.

3) TIEMPO DE ADORNAR

- Una vez limpia y ordenada la casa, ahora sí se puede adornar. ¿Cómo adorno mi alma para recibir al Hijo de Dios dignamente?
- El alma se embellece con las virtudes. Cultivando las acciones buenas y las actitudes buenas, por ejemplo siendo sencillo, sirviendo o haciendo favores a los demás, siendo amable, hablando bien de los otros, ayudando a aquel que está más amolado que yo, aceptando y teniendo paciencia con aquel que me cuesta, perdonando a aquel que me ofendió...
- Esta tercera semana trataré de llenar mi alma de muchas obras buenas. Además al finalizar la semana reflexionaré cuan feliz me hizo el ser bueno y a cuántas personas di también felicidad. ¿No valdría la pena seguir así aunque acabe el Adviento?

4) TIEMPO DE ALEGRÍA

- ¡Todo preparado en la casa! Ahora es tiempo de pensar en EL INVITADO. El invitado es nada más y nada menos que Jesucristo, el hijo de Dios.
- La más grande prueba de que Dios nos ama infinitamente, es haber mandado a su hijo Jesús al mundo para salvarnos. He de reflexionar, que gracias a su venida es que yo podré un día ir al cielo.
- El Adviento es entonces y sobretodo un tiempo de alegría profunda.
- Si te fijas, todos los que participaron de cerca en el nacimiento de Jesús: San José, la Virgen María, los pastores, los reyes magos, todos estaban alegres.
- De igual manera mi vida debe ser también como un Adviento un poco más largo, una alegre espera de ese momento definitivo en el que me encontraré por fin con el Señor para siempre.
- Mi alegría no debe depender de las cosas de la tierra: noticias agradables, salud, tranquilidad, desahogo económico para sacar la familia adelante, etc. La verdadera alegría cristiana, esa que trae una paz y serenidad que nadie puede quitar, sólo la tiene aquel hombre que logra escapar de si mismo, cuando ama a los demás y hace la voluntad de Dios.
- Este Adviento trataré de vivir esta alegría, con una sonrisa, una palabra cordial, un pequeño elogio, evitando hacer tragedias por cosas de poca importancia que debería dejar pasar y olvidar. Así contribuiré a hacer más llevadera la vida de las personas que me rodean. Esa es una de las grandes misiones del cristiano: llevar alegría a un mundo que está triste porque se va alejando de Dios.

LA CORONA DE ADVIENTO

- Existe la tradición de hacer en casa una "Corona de Adviento", que es un círculo de follaje verde (pino, abeto o hiedra), envuelta con un listón rojo y en cuyo centro se colocan 4 velas, para que la familia encienda una cada domingo de Adviento mientras hace oración.
- El círculo simboliza la eternidad, el color verde simboliza la vida y la esperanza. El listón rojo significa el amor de Dios que nos envuelve y también nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. La luz de las velas simboliza nuestra fe.

PROPÓSITO DEL MES:

- Cada uno de los 4 domingos de este Adviento, me reuniré con mi familia, encenderé una de las velas de la corona, leeré un pedazo del evangelio que me cuenta con detalle como fue el nacimiento de Jesús. Leeré después la parte de este folleto que corresponde a lo que tengo que trabajar esa semana.
1a Semana – Lucas 1, 28-38 - Tiempo de Limpiar
2a Semana - Lucas 1, 39-56 - Tiempo de Ordenar
3a Semana - Lucas 2, 1-7 - Tiempo de Adornar
4a Semana - Lucas 2, 8-19 - Tiempo de Alegría.


¡ESTE AÑO SÍ PREPARARÉ CON ESMERO LA NAVIDAD!


¿QUE ES EL ADVIENTO?

- Cuando el Mesías llegó, pocos le esperaban realmente. "Vino a su propia casa, y los suyos no le recibieron" (Jn 1,11). Muchos de aquellos judíos, ocupados en sus quehaceres diarios, se habían dormido para lo más esencial de sus vidas y de la vida del mundo.

- La palabra Adviento es de origen latino y quiere decir: VENIDA.
- Para los católicos, el Adviento es un tiempo de espera, un tiempo especial para preparar el espíritu para el nacimiento de Jesús en la Navidad.
- El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
- Ocuparé cada una de estas semanas, en las 4 tareas para preparar mi casa: limpiar, ordenar, adornar, alegrar.
 
 ESTAR EN GRACIA DE DIOS. CON SU AYUDA LO LOGRAREMOS SI PONEMOS NUESTRA DISPONIBILIDAD EN SUS MANOS, AMEN. (De la página de Facebook “CRISTIANOS EN CONSTRUCCIÓN”).


“¡Hábranse los cielos, lluevan al Mesías, sobre el mustio suelo nazca el Salvador!” (Isaías)


 Sión del Padre, Navidad 2012

Al Círculo de Adoración Monte Sión:
La profecía de Isaías es un clamor de súplica que, en el Adviento de cada año, la Iglesia hace anhelante y esperanzada. Es una súplica que se hace mirando el cielo, con los ojos, los brazos y el corazón abiertos, esperando al que está a llegar. ¡Es la actitud propia de la espera!
El Adviento es el tiempo que abre el nuevo año litúrgico, son cuatro domingos que preceden la Navidad del nacimiento del Hijo amado del Padre, hecho hombre. Hijo de Dios e Hijo de María. Dios nos lo da, nos lo confía por medio de la Virgen Madre.
Como adoradores y adoratrices hemos de preguntarnos, ¿cómo vivir este tiempo litúrgico, cómo entrar su misterio? Nadie sabe tanto de la espera como la mujer. Nadie sabe tanto de la espera de un hijo, sino la mujer. Al Niño del Padre y de María, hay que esperarlo con Ella, junto a Ella, contemplándola. El Hijo de Dios, al comenzar a ser hombre en el seno de su Madre, caminó, transitó, todos los estadios de hombre-niño. Fue haciéndose, desarrollándose, creciendo, en el vientre de su Madre. Ella, como toda madre en espera, se volvió hacia dentro de sí misma; ahí se produjo esa intimidad única, entre el Hijo y la Madre. A esta intimidad estamos llamados a aproximarnos de la mano de María. Solo Ella nos puede dar la actitud correcta, para que nuestra espera sea adecuada al don.
En la Nochebuena los pastores, sorprendidos, fueron avisados e invitados a ver al Niño. No había nada particular en el recién nacido, para ellos era simplemente un niño. Lo particular, creo yo, debe de haber estado en la Madre. Si toda mamá contempla embelesada a su hijo recién nacido, ¡qué no decir de María! La actitud de Ella, su rostro de Madre recién estrenada, la ternura de sus gestos, deben de haber sido el vehículo por el cual los pastores percibieron lo distinto. Imagino, en algo al menos,  el impacto de lo que produjo en ellos la luz maternal de María.
También nosotros hemos de dejarnos iluminar por esa luz de maternidad y así, contemplando a María, entrar en esa indescriptible relación de Amor y Alegría. Se trata, de hecho, de una experiencia mística, es decir: que acontece en nuestro interior y se vivencia en lo más hondo. El Niño del Padre y de María busca despertar en nosotros la experiencia primordial del amor cálido,  de la ternura indescriptible. Todo ser humano ha comenzado a ser en el seno de la madre. Es ahí donde vivencia por primera vez “en la carne” el amor cobijador. De hecho, el seno de la madre es el sacramental del“seno del Padre” (Jn. 1,18).
Cuando Jesús dice que “si no os hacéis como este niño…”, (Mc. 10,14), lo que está señalando es el niño concreto que está delante de Él, pero al mismo tiempo se señala a sí mismo. ¡”Este Niño”, es Jesús!
Hacerse como niños, es hacerse como Jesús en su relación al Padre y a los hombres. He aquí lo que estamos llamados a contemplar en la Nochebuena y en la Navidad. Contemplemos al Niño con los ojos de María, Ella nos enseñará a “ver” en el Niño lo mejor de nosotros en relación a Dios.
Les envío a todos un muy cordial saludo y el deseo de que tengan una muy bendecida Navidad y fecundo año 2013.. Que Dios les bendiga desde Sión.
P. Alberto
 

PASCUA DE MI MADRE: GRATITUD Y HERENCIA


Queridos amigos:
En la madrugada del 10 de noviembre falleció mi madre a los 97 años,su nombre es OTILIA ROSA LA FROSSIA DE CASSONE.
En mi nombre y en el de mi familia agradezco a tantos que nos acompañaron de modo diverso pero con un mismo afecto.

Vivió una vida plena,en todo sentido. Dió mucho amor a muchas personas,y a nosotros nos enseñó con el ejemplo como se ama.
Con mi padre ITALO CELESTINO CASSONE compartieron más de    62 años de casados hasta que él murió hace precisamente 9 años.
Tuvieron 6 hijos,de los cuales Roberto y Rosita fallecieron hace más de 50 años, y hoy vivimos Carlos,Adela,Cecilia y yo.
Su mayor dedicación fue siempre la familia y su gozo verla crecer.

Nos enseñó la FE,siendo ella una mujer de una fe madura,probada y practicada. La oración era lo habitual en su vida diaria y la Misa del domingo era lo que le daba fuerzas para toda la semana. Tenía una confianza profunda en la Providencia del Padre,un amor apasionado a Jesús Eucaristía y siempre invocaba al Espíritu Santo en todo.
Desde chica vivió una profunda piedad mariana consagrándose a la
Virgen y tomándola como su modelo de vida.

Nos mostró una ESPERANZA a toda prueba,aún en los momentos de dolor,mirando siempre al futuro y construyéndolo en el presente con una buena mezcla de realismo y optimismo.Siempre con ganas de vivir y hacer,luchando con sus limitaciones de salud pero sin rendirse.

Sobre todo puso en práctica el AMOR con hechos, tan naturales que uno ni se daba cuenta. Nos parecía evidente que ella siempre estaba disponible para todo y para todos,haciéndose el tiempo para ayudar a cada uno de los de su familia y de cuantos encontraba en su camino sin hacer distinción de personas. Siendo prudente y audaz, era capaz de inventar cualquier cosa para solidarizarse con los que le pedían ayuda,aunque tan solo pudiera escuchar y consolar.

No es el momento de hacer su biografía,sino tan solo de dar este breve testimonio surgido de un corazón agradecido de hijo.

P.GUILLERMO MARIO CASSONE 

Carta de Alianza                                     noviembre 2012
                                                                                  
Queridos hermanos en la Alianza:
Como cada año, los dirigentes del Movimiento de Schoenstatt de Argentina nos reunimos el último fin de semana de octubre junto al Santuario de nuestra Madre y Reina en Florencio Varela, con el triple objetivo de evaluar lo trabajado en el año 2012, tomarle el pulso a nuestro tiempo escuchando las voces de Dios en la vida de Schoenstatt, de la Iglesia y de la Patria, y proyectarnos con nuevos objetivos para el año 2013. En la Jornada de Delegados participamos unas 100 personas entre Coordinadores Diocesanos de 30 diócesis del país, representantes de las Ramas, los Miembros de la Central de Asesores y de la Presidencia de la Familia en Argentina.
Durante el año 2012 vivimos fuertemente el vínculo al Santuario de la Mater; peregrinamos y estuvimos en él. Ese fue nuestro objetivo a nivel nacional y mundial camino al jubileo del centenario de Schoenstatt en el 2014. Pero también el mensaje “Santuario vivo y hogar para el mundo” fue llevado a las casas, a los barrios, colegios, lugares de trabajo y medios de comunicación para que todos encuentren hogar en el corazón de Dios.
Al mirar el horizonte del año 2013 claramente vimos que Dios nos está diciendo algo
·      en el Año de la Fe proclamado por el Papa Benedicto XVI para toda la Iglesia,
·      en el Año de la Misión para la Familia de Schoenstatt de todo el mundo,  
·      en la dura realidad de nuestro país que clama por unidad ante tanta confrontación, y más compromiso cívico ante tanta corrupción y desintegración social.
A estas voces de Dios queremos darle una respuesta desde nuestro carisma, trabajando y ofreciendo a la Iglesia y a la sociedad los dones que Él nos dio para que muchos hermanos se enriquezcan con ellos. Por eso nos planteamos DOS OBJETIVOS para trabajar en el año 2013:
1.  revitalizar el ardor por una fe práctica en la Divina Providencia,
2.  profundizar el ardor misionero por una cultura de Alianza.

1. ¿Qué significa revitalizar el ardor por una fe práctica en la Divina Providencia?
Queremos revitalizar nuestra fe profundizando aquello que decimos creer y para ello nos apoyaremos en la Palabra de Dios y el Catecismo de la Iglesia. Pero no solo queremos conocer los contenidos de nuestra fe, sino que también queremos descubrir cómo Dios nos habla en nuestro interior, en nuestra historia y en la vida diaria: “Con la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de Dios”. La fe es nuestra adhesión y vínculo personal a Dios, el seguimiento a Cristo que nos lleva a comportarnos de acuerdo a lo que creemos. El P. Kentenich nos legó en la fe práctica en la Divina Providencia la convicción de que Dios es un Dios que ha sellado una Alianza con nosotros, que nos ama y conduce con amor hasta en los más pequeños detalles de la vida. Y es una fe “práctica” porque es una fe fundada en el amor, y el amor se traduce en obras concretas. Decía el P. Kentenich: “El Dios de la vida no quiere solo una respuesta de la cabeza sino también del corazón. La fe práctica en la Divina Providencia es la consonancia de la conducción de Dios y del seguimiento del hombre”.
El Papa Benedicto XVI nos dice en su Carta Apostólica “Porta Fidei”: La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la mente de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos” (Porta Fidei, nº 7).
¿Qué haremos en concreto para revitalizar la fe práctica en la Divina Providencia?
Profundizar el vínculo con María, como nos lo enseñó el P. Kentenich. Ella es para nosotros el prototipo del creyente, la confianza en la providencia encarnada. En Alianza de Amor con María aprendemos de Ella su fe viva, su confianza filial y su entrega comprometida a Dios. Cuando queremos conocer nuestro camino de vida María nos dice: “Hagan lo que Él les diga” (Jn. 2, 5). En Alianza con María, Ella nos educa para que descubramos la presencia de Dios en nuestra vida, a vivir en diálogo con Él y a seguir su camino.
2. ¿Qué significa profundizar el ardor misionero por una cultura de Alianza?
El 18 de octubre pasado, junto a todo el Movimiento en el mundo entero, hemos comenzado el 3º año en camino al gran jubileo del centenario del Schoenstatt en el 2014, llamado el año de la Misión. En este año queremos crecer en el ardor por la Misión. 
Es la actitud que impulsó a María para salir e ir al encuentro de su prima Isabel ofreciéndole su ayuda concreta, la de sus manos y regalando la presencia del Hijo que portaba en sus entrañas, nuestro Salvador. María es la primera misionera de un Dios que hace Alianza con su pueblo. María gestó así cultura de Alianza.  
Los apóstoles fueron animados por este mismo espíritu misionero que hoy sigue impulsando a la Iglesia al anuncio de Cristo a todos los hombres en todo tiempo y lugar.
Este mismo espíritu misionero ardió en el corazón del P. Fundador y lo movió a lo largo de su vida. En una Carta al P. Carlos Sehr, del año 1953 decía: “Nuestra Misión Mariana nunca me dejó tranquilo, y me ha dado la fuerza y el coraje para recorrer el mundo buscando aliados para la realización de esta misión”.
Nosotros somos sus aliados y herederos hoy. Este ardor misionero por una cultura de Alianza queremos realizarlo cada uno en nuestros propios ambientes ¡y más allá también! aprovechando tres medios que nos identifican y nos son muy queridos: las misiones (juveniles y familiares), la Campaña de la Virgen Peregrina y la Pastoral de Santuario
Por último, quiero decirles que el espíritu misionero que brota de la Alianza con María sigue ardiendo en nosotros y se manifiesta en la fidelidad, creatividad y audacia misionera.
-     Fidelidad misionera porque bebemos de la fuente que bebió el P. Fundador, la fuente de la Iglesia: Cristo Jesús. De lo contrario vana sería nuestra fe y seríamos charlatanes.
-     Creatividad misionera, para buscar un lenguaje y métodos renovados a fin de llegar al hombre de hoy y compartirle la verdad y el amor de Cristo y de María; creatividad para gestar nuevos modelos culturales alternativos al imperante, modelos basados en los valores del Evangelio y en la Alianza de Amor, aplicables a la política, la educación, la economía, el arte, la ciencia, las comunicaciones. (Conf. Aparecida, nº 480)
-     Audacia misionera para salir de nosotros mismos; para hacer algo nuevo; para saltar barreras de ambientes, culturas, ideologías y antinomias y llegar al hermano; para compartir la fe; para crecer en el amor fraterno y solidario. Es la audacia del corazón que ama, que arde por la misión y va más allá. Como decía don Joao ¡siempre un poco más!
Queridos hermanos, este espíritu de renovación en la fe y en la misión lo expresamos en el lema que nos guiará a lo largo del año 2013:
¡CON MARÍA, ARDAMOS POR LA MISIÓN!
Desde el Santuario les mando un cordial saludo y bendición.
¡Feliz día de Alianza! ¡Feliz mes de María!
P. José Javier Arteaga

CAMPAÑA DEL SANTO ROSARIO





 Carta 6 – Noviembre 2012
Queridos Misioneros de la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina de Schoenstatt
La carta de este mes podría titularse: “Volver al fuego del primer amor: un desafío de los misioneros”. Me inspiro para eso en la charla que di en San Isidro, el 15 de septiembre de 2012.
La historia del Misionero de María es una historia de amor entre él y la MTA.
En realidad, toda nuestra historia es una historia sagrada, porque es la expresión de una Alianza de amor entre el misionero y María. Ella toma la iniciativa y el misionero le da su “sí”, consciente y libre, a la oferta que Ella le hace. El misionero es un enamorado que experimenta este amor a cada paso.
En esta maravillosa peregrinación que es nuestra historia personal, María llama al misionero a compartir un camino. Es el desafío pendiente de cada misionero volver a encenderse en el fuego. En el Apocalipsis, en el capítulo 2, se encuentra una crítica del “vidente de Patmos” a la Iglesia de Éfeso:
“Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia… Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer. Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el primer amor”.
Para que amor no se entibie ni cuartee, el misionero debe transitar las estaciones de su amor con María y viceversa. Llamaremos a estas estaciones: atracción, decisión, vivencia, proyección y plenitud de amor.
Primera estación: La atracción del amor
Hay en la historia de todo misionero un momento en donde sintió que alguien lo llamaba y convocaba. La palabra vocación viene del latín -“vocare”- que significa llamado. El misionero vive de la mística de este llamado. El llamado llega a través de personas: otra misionera o misionero, alguien que lo invita, un párroco, una aparente causa fortuita. De todas estas realidades se prende María para atraer al misionero.
Podríamos preguntarnos la causa del llamado: ¿Por qué puede Ella haberme llamado a mí? No hay respuesta a esta pregunta. Es el misterio del amor: la única explicación es su cariño y dilección. María pone su mirada en el corazón del misionero y le dice: “te quiero, te necesito, eres importante para mí”.
De esta realidad surgen sentimientos que irradian luz al corazón: gratitud y alegría. “Gracias, Madre, por tu elección”. El corazón expresa así su alegría.
Segunda estación: La decisión por el amor
De la atracción surge la decisión. Decidirse es optar, es hacer una elección. El misionero opta por la Mater. La razón es que ha experimentado la preferencia de María. Esto trae, como toda decisión en la vida, consecuencias lógicas. Yo me decido por Ella y Ella por mí. Es un pacto, una alianza, con derechos y deberes.
Los derechos del misionero son tres: experimentar un arraigo especial en el corazón de la Mater. Es sentir que en Ella se encuentra el hogar espiritual, la casa, un terruño interior. Es el regazo materno que cobija y da seguridad. El misionero que se compromete con María, experimenta en Ella “la roca”. Es un símbolo hermoso: roca es lo que nos permite levantar la casa sobre algo seguro y firme. Recordamos el pasaje evangélico: se puede levantar una casa sobre arena o sobre roca. Según esto, ella quedará en pie o se derrumbará cuando vengan los vientos y las lluvias. La casa es un símbolo de la vida. Puedo levantar la casa
de mi vida sobre arena -cosas superficiales, el dinero, el poder, las relaciones- o sobre roca: la palabra, el amor de Dios, la fidelidad a su persona.
El segundo derecho del peregrino es dejarse moldear por María. Ella transforma, al decir del profeta, el corazón de piedra en corazón de carne, el egoísmo en generosidad, el odio en amor, etc.
Y un tercer derecho tiene el misionero: saber que su vida se amplifica y se hace fecunda. ¡Qué hermoso es saber que se tiene una misión, que se puede plasmar en otros lo que se ha recibido con tanta generosidad!
Los deberes del misionero se centran en la fidelidad al amor: quererla en serio, expresarle la alegría de su llamado y asumirlo con responsabilidad. No hay otro deber más grande que comprometer la vida en el amor: confiar en ella, visitarla en el Santuario, sentir que somos, como decía don Joao Pozzobon, una flauta que la Mater sopla y hace salir su mensaje, su melodía de gracia y de vida.
Tercera estación: La vivencia en el amor
La relación del misionero con María y viceversa genera un vínculo, una vivencia de alianza. Convivir es vivir con Ella. Es la comunión con Ella, es compartir las tres experiencias existenciales:
a. Se comparten las alegrías. Las experiencias de “Tabor”. Los momentos de gozo y plenitud. Compartir con la Mater las alegrías, es multiplicarlas. También compartimos los éxitos, las buenas acciones que hacemos, los regalos que la Campaña nos da, las personas que se abren al mensaje y las experiencias gratificantes del amor.
b. Pero compartimos también las cruces, los sufrimientos. No todo será alegría, tendremos también experiencias de limitación, desengaños, desilusiones, vivencias destronadotas. Si las compartimos con la Mater, serán más llevaderos. Asumiremos mejor la enfermedad, el fracaso, el desencanto.
c. Podremos finalmente tener momentos para compartir las cosas sencillas y nimias de cada día. Las experiencias del amor sin sobresaltos, ni grandes euforia o túneles del alma. Son las “experiencias nazarenas”, aquellas de María en su hogar de Nazaret, tan sencillas, tan cotidianas, pero todas transidas en el amor. Sólo el amor hace grande las cosas pequeñas.
El misionero va tejiendo este vínculo con María. Va anudando la red que sostiene su vida y sus actividades. Esto se llama, en términos del P. Kentenich, tejer los vínculos. Ellos son lo más hermoso y delicado en la vida del hombre. Hay que cultivar estos vínculos como se cultiva el fuego del hogar en las horas frías del invierno.
¿Cómo hacerlo? Como se tejen los vínculos entre dos personas que se quieren. No son cosas grandes sino sencillas pero llenas de significación y fuerza. Veamos algunas de estas acciones que cultivan el vínculo:
* Mirarla: observar detenida y largamente la imagen de la Mater.
* Hablarle: hablarle a la Mater sobre nuestras preocupaciones o alegrías
* Escucharla: porque ella habla y nos da siempre una respuesta. María no es muda: como buena mujer
   y  madre, sabe hablar y dar consejos…
* Acariciarla, en sentido psicológico. Hacerle pequeños regalos. Buscar su aprobación en todo cuanto  
   hacemos.  Es la ternura del hijo por su madre que se expresa en lo que le podemos dar a los demás.   
   Ella   premia el corazón del hijo que hace algo por sus hermanos.
* Decidir con ella: se trata de consultarle cuando se tiene que tomar una decisión importante. Siempre
   se  decide mejor cuando la consultamos…
* Compartir con la Mater el apostolado: lo que realizamos. De esta forma no recabaremos para
    nosotros  solos los éxitos pero tampoco los fracasos.

Cuarta estación: La proyección del amor
El amor es difusivo, dice Santo Tomás. El amor, si es verdadero, se proyecta y da fruto. Si vivimos en el amor -y lo cultivamos- daremos frutos. Es la consecuencia de la permanencia: “Yo soy la vid verdadero, mi Padre el viñador y ustedes los sarmientos. Si permanecen en mí, darán mucho fruto”. Si permanecemos en María, daremos mucho fruto.
Los frutos del misionero tienen que ver con el “Reino Mariano del Padre”. El servicio y la entrega van conquistando corazones, gente que se asocia al amor de María. Es lindo constatar en el cuadernillo que acompaña la Peregrina, cómo estas experiencias son frutos del paso de María por las casas, los hospitales, etc.
Estos frutos debemos compartirlo con los otros misioneros. Esto alimenta el fuego y mantiene ardiendo el primer amor. De allí la importancia de asociarse con otros misioneros. Nadie misiona solitario. Todos formamos una gran familia de misioneros y nos sabemos entroncados en una gran red de solidaridad.
Quinta estación: La plenitud
Es el premio de la entrega, es la corona del amor. Todas las acciones son recompensadas. Si hasta un vaso de agua será valorado en el cielo, cuánto más lo que hace el misionero. La eternidad será el premio a los gestos de servicio que hacemos: “Al final de la vida, seremos juzgados por el amor” (Juan de la Cruz).
Para el P. Kentenich, la plenitud tenía rasgos de “asemejación” o semejanza con María. Parecerse a la Virgen. Es la realización de la jaculatoria: “María, que quien me vea, te vea a ti”. ¿Puede esperarse algo mayor? Es la semejanza con María lo que hace al misionero una misión viva. No llevamos solamente la peregrina, sino que nos llevamos a nosotros mismos en la imagen. La gente no quiere recibirla sólo a ella: quiere ver esa imagen presente en la imagen de viva de María que somos los misioneros.
Un signo de la plenitud es la alegría del servicio. Otro fruto es la paz del corazón, la serenidad de la acción bien hecha. Es llegar a la noche con el cansancio del camino, los pies quizás llenos de polvo, pero el corazón radiante. Es dormir en paz, en el regazo interior de la Madre. Es reconquistar el paraíso perdido. Hay algo, quizás mucho, de felicidad: “destellos” de felicidad.
Esto no significa que de vez en cuando no nos cueste la entrega. Vendrán obstáculos, cansancio, desilusión, incompetencia para el cargo, crisis personal o desidia. En todos estos casos podemos pensar que el amor se prueba en las dificultades. Sólo el dolor acrisola la entrega. Podremos rezar con el P. Kentenich en el Hacia el Padre: Madre, “ha llegado la hora de tu amor”. Hora de confiar, de tener paciencia, de ser humilde, de rezar y sufrir por la causa de María.
Plenitud no es magia, sino luz, fortaleza y alegría. Es el cambio del corazón que se hace en el amor más veraz, alegre, bondadoso, más semejante al suyo y al de Cristo. Donde ella enamora, se genera un orden santo, la armonía. Es el “carácter de aparición”: la tierra destello del cielo, camino hacia él. En esa plenitud, el misionero escucha la voz de la Amada, María: “No alcanza con querer un mundo mejor hay que hacer algo por él. Ahora tienen la mejor oportunidad”. Aquí estoy, Mater, “para hacer tu voluntad”…
Queridos misioneros, los invito a penetrar en este amor y sacar provecho de él.
¿Qué frase te ha llegado más?
¿Qué estás haciendo?
¿Qué más podrías hacer?
Les deseo un bendecido tiempo de crecer, aún en primavera.

P. Guillermo Carmona 

Conquista del 3er hito


Queridos hermanos en la Alianza:
 
Continuando con la conquista del Tercer Hito, este mes de noviembre de 2012 nos acompañará la Azucena, como flor que significa pureza.
María es pura receptividad, es apertura total a Dios que mora en Ella y la colma con su Amor. En la Argentina, este mes lo dedicamos a Ella.
María nos está recordando el fin último de nuestra vida y cuáles son las fuerzas para alcanzarlo. Peregrinando en comunión con Cristo, participando de su Misterio Pascual, estamos llamados a ser ciudadanos del Cielo. Hacia el Padre va nuestro camino.

FLOR DEL MES DE NOVIEMBRE: AZUCENA
VIRTUD A CONQUISTAR: PUREZA


Quedamos en eso…Permanecemos fieles!

SECRETARIADO PADRE JOSE KENTENICH DE TUCUMÁN

Acta de Pre-Fundación

EL CIRCULO DE ADORACIÓN INVITA AL "MINI RETIRO"



– Testimonio del P. Alberto Eronti
El P. Kentenich decía: “Si yo percibo bien los signos de los tiempos, creo que la humanidad avanza hacia una profunda desacralización y hacia una fortísima pérdida del sentido de lo divino y por lo tanto de la dignidad del hombre. Hoy se están doblando las rodillas ante numerosos y antiguos ídolos conocidos, y otros que son nuevos”.
Decía también nuestro P. Fundador: “Queremos aprender a doblar las rodillas, solo ante el auténtico Dios.”
Yo creo que estas palabras del Padre, son fundamentales cuando se trata del por qué, de la adoración eucarística. Más allá de lo que cada uno crea o aprenda, lo importante es que uno aprende a estar con Dios, a arrodillarse ante el verdadero Dios, y empieza a adquirir una sensibilidad  y una fuerza interior para luchar con los ídolos de turno. Creo que esto es lo fantástico del tema.
En lo que hace a mi experiencia  posterior (estuve 6 años con vida contemplativa), llegué a esta conclusión - siempre con el pensamiento del P. Fundador.
Él decía que tenemos que
·         Aprender a adorar al Dios del altar, luego, salimos del altar y tenemos que
·         Aprender a adorar al Dios de la vida. Tenemos que
·         Aprender a adorar la voluntad de Dios en la vida. Tenemos que
·         Aprender a adorar la presencia de Dios en nuestro propio corazón. Y también
·         Aprender a adorar la presencia de Dios en el corazón de los otros.
·         Para después volver al altar. Es decir, hay que hacer como un círculo que parte y
cierra en el altar.
Y eso cuando uno lo va realizando poco a poco, crea un estilo, un modo de vivir, que es fascinante; por la sencilla razón de que la admiración, la adoración, la fascinación forman parte del más grande amor.
El camino de los místicos transitó por aquí.
Yo personalmente nunca me sentí atraído por los fenómenos místicos extraordinarios, pero sí creo que todos tenemos la necesidad de ser místico de la vida diaria.
Místico es aquel que alguna experiencia de Dios, se le ha grabado en el alma y la reconoció. Nosotros en Schoenstatt, tenemos un plus, que nos ayuda mucho para esta percepción del Dios de la vida, y es la Alianza de Amor. A través de ella, vamos adquiriendo la experiencia de que nunca estamos solos. Que en el fondo, el sentido de mi vida es  hacer todo con Dios, todo por Dios. Eso, nosotros lo aprendemos de María.
En San Lucas hay tres textos donde se hace referencia a que “María guardaba todas la cosas en su corazón y después las ponderaba”, las conversaba con Dios. En el último texto, dice Lucas: “Ellos (José y María), no comprendieron la respuesta del Niño, pero su Madre guardaba estas cosas en su corazón y las meditaba”. Esa es una actitud adorante, porque ante lo que entiendo, o ante lo que me desborda, lo voy conversando con Dios, y le voy diciendo SI!!a ese insondable, casi siempre incomprensible voluntad de Dios - se nos hace comprensible, muchas veces con años, y a veces nunca - pero ahí viene el tema fundamental: que la adoracióneucarística y la adoración del Dios de la vida van creando en el alma la capacidad mariana de decirle SI!! a Dios. Decirle: “Hágase”.No entiendo, pero hágase…. Eso es lo fundamental que yo aprendí.